Parece que no tiene sentido felicitar este 2009 que acabamos de comenzar, pues está destinado al fracaso. La hotelería ha tirado la toalla antes de empezar el año y parece más preocupada en que se acabe el año, que en buscar medidas ingeniosas para minimizar los efectos de la crisis.
Reducciones de plantillas, ahorro de costes, reducción de servicios, disminución de atenciones para los huéspedes y otras muchas medidas están a la orden del día y hace que viejas costumbres como fidelizar a los huéspedes se hayan convertido en algo menos prioritario.
No quiero decir que muchas de las medidas que se están tomando actualmente no sean necesarias, sino que muchas de ellas no deberían de haber existido en un principio, pero hemos vivido una etapa de bonanza y nos hemos fijado poco en ciertos aspectos que resultan primordiales resolver en tiempos de crisis. La resolución está resultando fácil, cortar por lo sano y sin miramientos.
Invito a todo hotelero a proponer fórmulas, que casualmente suelen resultar bastante más lógicas de lo que en un principio se puede pensar, para apaliar los efectos de la crisis sin tener que recurrir a medidas que afectan a huéspedes externos e internos. Volvamos a las buenas costumbres de apagar luces y ordenadores antes de irnos a casa e intentar minimizar otro tipo de costes que a la vez hacen un bien al medio ambiente.
¡Feliz 2009! a todos aquellos que aún piensen en que “yes we can”.
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